En febrero de 2016 viajamos a Marruecos durante 1 semana con amigos.
Como aterrizamos en Marrakech, también pasamos allí el primer día y a la mañana siguiente fuimos a Essaouira en coche de alquiler.
En abril fuimos con Driss y nuestro chófer Ali en el primer viaje de ida y vuelta de Essaouira a Meski, Errachidia.
Estuvimos pegados al cristal de la ventanilla todo el tiempo, porque había muchas cosas nuevas por descubrir: los antiguos asentamientos bereberes bien camuflados en las laderas de las montañas, pequeños ríos de los que enseguida brotaba un verde exuberante, a veces cabras, ovejas, perros o burros saltaban a la carretera delante del coche. Había gente a pie, con carros de mano o en burros completamente cargados, escolares que caminaban decenas de kilómetros hasta la siguiente escuela.
Nuestra primera parada fue entonces en la antigua ciudad (Ksar) de Aït-Ben-Haddou. Ha servido de escenario para muchas películas, como Alí Babá y los 40 ladrones (1954), Lawrence de Arabia (1962), La Biblia (1966), James Bond – El toque de la muerte (1987) y muchas más.
Al día siguiente fuimos a Merzouga y desde allí con una excursión en camello a la ciudad de las tiendas en el desierto de arena. Esa noche también aprendimos lo que es una tormenta de arena.
Después de volver del desierto, darnos una buena ducha y cambiarnos de ropa, seguimos hacia Meski.
Driss nos enseñó casi todo Meski. El camping en el oasis con la piscina y los estanques con peces sagrados, nos permitieron ver cómo se horneaba el pan plano fresco para nuestro tajine y por la noche hubo un concierto en directo en casa de Mouloud.
Al día siguiente disfrutamos de otra visita guiada a la antigua Kasbah y de un largo paseo, al borde del oasis, con vistas a la puesta de sol.
Nos impresionaron tanto todas las impresiones y la abrumadora hospitalidad de los lugareños que nos costó despedirnos y decidimos volver pronto.
De regreso a Essaouira, nos desviamos hacia las gargantas del Todra y pasamos allí la noche.
Cuando volvimos a Essaouira unos días más tarde, nos sentamos con Driss en su tienda y nos contó que había comprado un terreno en Meski en el que quería construir una casa de huéspedes.
Al salir de la tienda acordamos espontáneamente que nos gustaría comprar dos habitaciones en esta pensión porque podemos pasar allí el invierno. Así que lo hablamos con Driss al día siguiente y aceptó de inmediato.
Tras nuestro regreso a Alemania, hablamos con Driss regularmente por teléfono y siempre nos informó sobre el último estado de la construcción de la casa de huéspedes.
A finales de noviembre, sin embargo, llamó tristemente y dijo que no había reunido suficiente dinero este otoño para seguir construyendo la casa de huéspedes. Así que decidimos prestarle dinero para que pudiera seguir construyendo.